En la construcción del proceso evaluativo es importante reconocer por un lado, los sentidos que tiene en la vida cotidiana para los sujetos involucrados en el proceso educativo, y por el otro, el estudio de los significados y funciones de dichas prácticas para mejorar y estructurar propuestas coherentes con los objetivos institucionales. La evaluación no puede ser entendida en abstracto, es decir, a partir de sí misma, sino a partir de la integración en un modelo pedagógico construido como horizonte de la acción educativa.
La evaluación como construcción de sentido.
El sentido de la realidad evaluativa se va formando en la interacción con los hechos que son observados, que se analizan y son valorados por los actores (evaluador y evaluado).Toda evaluación de hecho está atravesada por la percepción subjetiva de quienes participan en ella.
La evaluación como toma de decisiones.
Aquí la evaluación aporta información de índole estratégico tanto para el docente como para el estudiante, quienes de acuerdo con los resultados obtenidos deben tomar en consideración las acciones más adecuadas para regular continuamente el proceso y alcanzar los propósitos establecidos. La evaluación continua y completa promueve el mejoramiento de los mismos y en consecuencia fortalece una mirada integral de los estudiantes.
Desde esa perspectiva se puede pensar en dimensionar el proceso evaluativo de cara a las intencionalidades del P.E.I. es decir, tener en cuenta la dimensiones del SER, SABER Y HACER e integrado a ellas se desarrolle la capacidad crítica, la responsabilidad, la autonomía; se logre el equilibrio afectivo y social; se consolide una verdadera identidad personal y profesional y se alcance una formación en valores que el ciudadano de hoy necesita.
La evaluación como construcción de sentido.
El sentido de la realidad evaluativa se va formando en la interacción con los hechos que son observados, que se analizan y son valorados por los actores (evaluador y evaluado).Toda evaluación de hecho está atravesada por la percepción subjetiva de quienes participan en ella.
La evaluación como toma de decisiones.
Aquí la evaluación aporta información de índole estratégico tanto para el docente como para el estudiante, quienes de acuerdo con los resultados obtenidos deben tomar en consideración las acciones más adecuadas para regular continuamente el proceso y alcanzar los propósitos establecidos. La evaluación continua y completa promueve el mejoramiento de los mismos y en consecuencia fortalece una mirada integral de los estudiantes.
Desde esa perspectiva se puede pensar en dimensionar el proceso evaluativo de cara a las intencionalidades del P.E.I. es decir, tener en cuenta la dimensiones del SER, SABER Y HACER e integrado a ellas se desarrolle la capacidad crítica, la responsabilidad, la autonomía; se logre el equilibrio afectivo y social; se consolide una verdadera identidad personal y profesional y se alcance una formación en valores que el ciudadano de hoy necesita.
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